No se puede servir a Dios y al dinero
Lucas 16, 1-13
EVANGELIO EN NUESTRA COYUNTURA
Mentiras detrás de los avasallamientos
Eso que no están usando me lo puedo quedar yo. Ellos tienen más que yo, por tanto se los puedo quitar. Como somos muchos podemos apropiarnos de los bienes de otros. Mi necesidad justifica quedarme con lo que no es mío.¿Y dónde queda el respeto, la justicia, el esfuerzo y sacrificio de otros, tu dignidad? No codicies los bienes ajenos, no robes, no mates. Nadie puede servir a Dios y al dinero.
Seres humanos dignos y sagrados, sin embargo lo olvidamos con frecuencia
La maravilla de cada persona es que Dios habita en ella, así lo quiso Él desde el principio. Él planificó que fuéramos imagen y semejanza suya, para que entendiéramos claramente, sin lugar a dudas, que la dignidad de cada persona es sagrada e inviolable; no se puede tocar, maltratar, herir y mucho menos eliminar. ¡Hay de aquel que escandalice a uno de estos pequeños o indefensos! Más le valdría atarse una piedra en el cuello y lanzarse al mar.
Los mil rostros del abuso de poder
El Señor alabó la habilidad del mal administrador, porque los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz. Lo alabó, pero jamás lo aprobó. Tarde o temprano, todo aquel que abusó de su poder tendrá que rendir cuentas de su mal proceder, del daño que ocasionó a otras personas que en algún momento confiaron en él. Eso ocurrió antes y sigue ocurriendo ahora. La corrupción siempre es una deuda pendiente.
Conduces como vives, la dura realidad de los accidentes de tránsito
Pasarse una luz roja, conducir apurado, imprimir demasiada velocidad, no pensar en la seguridad de las otras personas, conducir bajo el efecto del alcohol, creerse dueño del mundo sólo por conducir una máquina… ¡Basta de tanta irresponsabilidad! El que piensa así no debería volver a conducir. Hay una mejor manera de vivir y de conducir.
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